1.4.09

In His Own Way

Pasa algo lindo. Cuando estoy mucho tiempo en un lugar desconocido, con gente que no me acaba de gustar. Me empiezo a sentir triste. Me canso facilmente. Las personas mamonean. No miran a los ojos, no pueden y sólo hablan de lo que son y lo que hacen. Hablan para confirmar si verdaderamente son, y si verdaderamente hacen. Todo parece engañoso y torpe. Cuando me encuentro en fiestas platicando de cosas que para mí no tienen importancia. Cuando estoy incómoda, y me siento verdaderamente sola. Entonces, hay un momento en que quiero irme a mi casa, y pienso en ti. No es algo que haga concientemente; solo pienso en ti.

Nada de lo de anoche importa. Tengo más de lo que se puede pedir. Dejaré de buscarte, en los de la barra, o la puerta, o el baño. Cualquier cuarto se llena de sentido y se infla con aire mentolado cuando te recuerdo. Me acuerdo que te tengo. Te recuerdo y como por una ventana que se me había olvidado abrir, y ahora abro, entra todo el universo.

Léase más de prisa.
[Estamos acostados en una cama toda blanca. Yo me recargo en tu pecho. Puedo oir tu corazón así. Tu metes la mano abierta entre mi playera y mi espalda. Estamos quietos y con los ojos cerrados. La casa está poca madre. Tiene los techo altos, es fresquísima. Afuera hay una alberca. Cerca de nuestra ventana tenemos albahaca, menta, romero...
A un costado, en el armario, tú  te inclinas para abrochar tus agujetas (traes converse negros) y yo busco un trapito de colores entre miles. ¿Éste? Tenemos prisa.
En la cocina parecemos desaliñados. Yo te leo una nota en el periódico que nos da risa. Estás triturando unas papitas dentro de su bolsa. Las echas dentro de un satén con huevos revueltos.
En la sala me quito los zapatos y me tiro en el sillón. Me tapo los ojos con las manos. Pienso en mi largo. Siempre en mi largo. Te acercas y me das un libro. Dices que es más chido leerlo si sabes dónde pasan las cosas y me das un mapa.
En un piso alfombrado corto pedacitos de corcho. Tu estás haciendo líneas, líneas y más líneas. Escuchamos a David Bowie. Nuestros pies marcan el ritmo de la música.
En la noche llegamos muy elegantes. Nos reímos un chingo. Entre tropezones entramos y las carcajadas siguen mientras nos lavamos los dientes.
En la regadera me cargas abajo del chorro de agua. Yo te abrazo con piernas y brazos. Olfateo muy suavemente tu cuello. Cerramos el agua y cuando me acerco por las toallas, miras mi espalda y sonries. No sé por qué.
Abres un litro de cerveza y lo sives en dos vasos. Yo estoy concentrada cambiándole a la música. Me muestras una foto que tomaste con tu celular.
De vuelta en el cuarto, los dos estamos acostados viendo al techo. Me acerco a la lámpara de la mesita de noche y todo queda a oscuras. Se escucha como se mueven las sábanas.]
 
Todo en un segundo.

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