la más torpe de las palabras
encuentra la manera de hacerse gigantesca.
el más pálido de los signos me enloquece
cuando se le llena la panza de jengibre.
y
hasta el más idiota de los adjetivos
(hablado despacito y con tripa)
es
el movimiento eterno
la llama de la promesa
el girar de la Tierra
la descarada altanería
la falta de miedo a la muerte.
no sé cómo escribir poesía.
sobre todo porque hasta el más distraído tonto puede, y es, poeta.
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