13.2.10

departamento

estábamos refugiados adentro de la casa que nos quedó de mi abuela.
me habían advertido miles de veces con tirar el edificio, y como ya habían pasado más de siete años y no pasaba nada, nos mudamos. vamos, mi amor- te dije todas las veces- para qué pagamos rentas. a ti te asustaba que un día nos amaneciera el edificio alrededor de los tobillos, tosiendo en medio de una nube de polvo de concreto. me habías dicho siempre que no.
de los 43 cuartos ocupamos sólo uno.
dormimos en el que está cruzando el pasillo desde la cocina. es el cuarto más oscuro, y el más chico. en el departamento servía de ropero para los abrigos de los invitados, de esos que venían cuando se entraba por la puerta grande y no la nuestra.
nosotros entramos por la cocina. vivimos en la cocina, y dormimos en un armario. el baño que usamos, es el de invitados también.
todo lo hacemos así, en chiquito.
el departamento es peligroso, grande y hostil. no lo decimos nunca pero a los dos nos da pavor cualquier movimiento. cruzar el pasillo es . . . las alfombras ahogan todos los pasos, y cualquiera podría estar en cualquier parte. hay que ejercitarse en el arte de todos los sentidos para sobrevivir.
hubo una época en que probamos cuartos, pero todo nos quedaba grande. la cama en medio de la pieza parecía una mala broma, y nos ponía muy triste a los dos. mejor acá, no?- desayunando un día- está más cómodo. y era verdad. arrastramos la valijas por el pasillo una última vez. ahora voy a echarle llave a todo lo demás- tú asentías con la cabeza- así ya no hay falla.
nos acostamos a dormir tranquilos, y así hacemos.
vivimos en un departamento que es el universo y la oscuridad y el silencio, en un closet que es el mundo y la selva y la intemperie, y en una cama que, al final, somos tú y yo, solos entre las sábanas. la primera pareja que ha dado el tiempo.

1 comentario:

Caro dijo...

literalmente se me hizo chinita la piel. Eres una gran escritora. De verdad que te admiro, te admiro bien, como se debe. (y también te quiero)