16.11.09

Nu

les doy la imagen de Marie y el trigo.

ella arranca unos cuantos granos y los frota entre sus palmas. yo la observo sin saber qué hace. abre la mano, me mira brevemente. acerca la boca sonriente para soplar las cascaritas con suavidad, Marie recordaba cuando su padre hace años le había enseñado lo mismo, dejando los granitos desnudos [yo creo que les dijo algo en secreto para que lo hicieran]. me ofrece unos. yo acepto. gracias, le digo. ella no contesta, se ocupa del trigo que le interesa más. observo que se los mete a la boca. hago lo mismo.
mmm, trigo. qué rico. nunca se me hubiera ocurrido. ni me había enterado.
no creo que ella le diera importancia pero a mí no se me olvida. se lo agradecí pero he usado esa palabra mal antes, y rara vez con el valor de ésta. ella lo tomó como el gracias de siempre. el error fue no mirarla a los ojos mientras lo decía, no haberle tocado el hombro.
quería decir gracias. de verdad, gracias.
crecimos en latitudes diferentes Marie. los granitos fueron un regalo. podríamos pasear por ahí todo el día y no pasar hambre.

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