Ahí andamos tras el recién nacido. Tan nuevo, y tan nuestro.
Que no se mete los dedos a la boca, que no se saque los mocos, que no se le ensucie el mameluco, que no se rasguñe la carita. No nos vayan a ver al verlo.
Que se defienda por sí mismo.
Que se tropiece el niño, que camine.
No hay bronca.
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