Le cambié las llantas delanteras. Compré una nueva de repuesto. Un día amaneció con la defensa caída y la levanté. La última es que ya no le servía la bateria. Se descargaba por completo. Le cansa ya vivir.
Ayer en un sueño iba en el Tsurito y de pronto nos volteabamos. Una, y otra, y otra vuelta. Terminabamos, el auto conmigo adentro, metidos de cabeza en las escaleras de entrada de un metro. Por demás está decir que fue una pesadilla.
No te quiero perder Tsurito. Pero como todo, acabas.
1 comentario:
Pero la vida sigue.
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