22.4.13

T

En esa foto traigo una chamarra que me robaron. Ese día, le dieron un cristalazo al auto de mi hermana y se llevaron todo lo de adentro. Tú estabas conmigo. Habíamos salido una vez antes pero yo no creí gustarte tanto porque nos despedimos sin darnos un beso. (Yo sí quería, por supuesto, pero he estado haciendo el intento de probar otras cosas.) El chiste es que salimos otra vez. Llegaste casi tarde al teatro y de nuevo pensé que no había posibilidad de nada más. (Léase: besos.) En mi mente llegar a tiempo era señal de que te gustaba. Es una locura porque definitivamente te gustaba. Pero estar de nuevos no era la prueba: llegar a tiempo era la prueba. Después se me ocurrió, cuando caminábamos hacia los asientos en silencio y en la oscuridad, que llegar tarde era prueba de que eras impuntual y ya. Nos tomamos la mano para caminar a nuestros lugares. En el teatro yo quería voltear a verte fijamente. Quería ver cómo te veías viendo hacia el frente pero no lo hice por miedo a que fuera demasiado raro. Salimos a un bar. Mi hermana nos alcanzó y nosotros nos queríamos ir pero nada más salimos y nos quedamos platicando antes de subirnos de nuevo al auto. Me parece que era claro que queríamos irnos juntos pero todavía no estábamos listos para decirnos eso: vámonos. Nos recargamos en mi auto y hablamos. Mi hermana salió: ya me voy. Regresó después de un momento. Nosotros: qué pasó. Mi hermana: mira, me acabo de dar cuenta que me rompieron el vidrio. Él: qué se llevaron. Mi hermana: ropa que iba a donar en un albergue. Yo: mal pedo por los del albergue. Mi hermana: y por mi vidrio, güey. Yo: sí, también por eso. De pronto mi hermana recuerda: chale, también se llevaron tu chamarra. Yo casi flipo (aunque silenciosamente) porque me gustaba esa chamarra. Cosa difícil la de flipar en secreto. Me gustabas mucho y no quería ponerme completamente enloquecida, entonces, pues eso. Mi hermana se fue. Tú me dijiste que no había pedo que habrían otras chamarras y ahí, no sé porqué, de verdad, empezamos a besarnos.